Según la Asociación Americana de Discapacidad Intelectual y del Desarrollo (AAIDD) se caracteriza por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en la conducta adaptativa expresada en las habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas (comunicación, cuidado propio, vida en el hogar, habilidades sociales, uso de la comunidad, autodirección, salud-seguridad, contenidos escolares funcionales, ocio y trabajo). 

Por tanto, entendemos la discapacidad intelectual como una serie de limitaciones en las habilidades que la persona aprende para funcionar en su vida diaria y que le permiten responder ante distintas situaciones y lugares. En este sentido la discapacidad intelectual se expresa en función del entorno, es decir, que son las barreras que la propia sociedad pone las que generan las dificultades de inclusión.

Es importante lograr un entorno más fácil y accesible para que las personas con discapacidad intelectual tengan menos dificultades para ser un ciudadano más. 

Eliminemos los prejuicios o estereotipos:

¡No somos niños, ni angelitos!

¡Somos ciudadanos como el resto de personas!

¡No somos enfermos mentales!

¡Todos tenemos capacidades diferentes, así como gustos, sueños y necesidades!

¡Queremos hacer nuestro propio proyecto de vida!

¡Podemos progresar con los apoyos adecuados!

¡La discapacidad no nos limita!